La tontería y el abuso - Nieves González López
No sólo La Caza* ―estupenda película― hace referencia al arte de la cinegética procedente de nuestros ancestros primitivos, quienes hicieron de ella su subsistencia apuntando así de paso a la pretendida superioridad del hombre respecto del animal; también esta película caza al espectador, aún sin saberlo, en las regiones más atávicas de su ser.
La caza es asunto de hombres, como el beber y el darse un baño en aguas heladas. Dejar de ser un niño es poseer un rifle y entrar en la comunidad masculina para ir de caza. Pero también se puede elegir a uno de los nuestros, por lo general al más débil, y darle caza.
Vinterberg no ha hecho una película maniquea de buenos y malos sino que ha construido una maquinaria que, una vez puesta en marcha, en nombre de las buenas intenciones y de la cobardía, muestra claramente su funcionamiento: cómo el humano elige poner fuera lo que habita en lo más íntimo de su ser ―el mal―, encarnado aquí en la pulsión sexual infantil. Seguimos eligiendo ofrecer sacrificios humanos a los dioses oscuros, como antaño, en lugar de hacernos cargo de nuestro propio deseo. Lucas va a ser la víctima elegida en esta plácida comunidad que Vinterberg nos presenta. Podría ser cualquier lugar de lo que llamamos el “mundo civilizado”. No es vano recordar, como escribió Walter Benjamin, que la barbarie anida en el corazón de la cultura.
Vinterberg desplegará en su película dos lógicas: la subjetiva y la colectiva, regidas por el mismo funcionamiento. Klara, por un lado, y el resto de la comunidad, por otro, funcionan con lógicas idénticas: los lazos de amor serán sustituido por los del odio y, por medio de él, se coloca fuera, en un semejante, lo rechazado por el sujeto, aquello de lo que nada queremos saber. Es una cierta solución, como bien escribe Kavafis:
…Y han venido unos de la frontera
Y han dicho que ya no hay bárbaros.
“Y ahora ¿qué nos va a suceder sin bárbaros?
Estos hombres eran una cierta solución”.
Claves son las palabras de Tomas, el mejor amigo de Lucas, al final de la película: Hay mucha maldad en el mundo pero unidos le haremos frente. En efecto, la unión sin fisuras puede hacer frente a la maldad que habita en cada uno de nosotros, a condición de que un chivo expiatorio cargue con ella. Así, toda la comunidad podrá sentirse a salvo en sus casas celebrando en amor y compañía las fiestas navideñas, siempre que al menos uno quede excluido. Nuestra sociedad camina a pasos agigantados de espaldas a nuestros deseos, conectados con el saber inconsciente, particular en cada sujeto humano. En su lugar, un saber Uno, uniforme para todos, toma el mando en manos de los llamados “expertos”. En nombre de la ciencia aliada con el discurso capitalista, este saber vela así ese saber singular de cada cual. Por ello, nadie podrá interrogar las palabras de Klara.
La sexualidad es traumática pues cuando aparece algo de ella en el escenario de la infancia rompe un precario equilibrio que el niño y la niña consiguieron con aquellos de los que dependen y por ello aman, hasta el punto de que hemos sobrevivido gracias a sus cuidados.
Acerquemos la lupa a Klara y Lucas, los protagonistas principales de este drama: Lucas es profesor del parvulario, dado que el colegio donde enseñaba a chicos mayores ha cerrado. Acaba de separarse y reivindica frente a su ex mujer, a duras a penas, que el hijo de ambos quiere vivir con él. Es un buen tío, solidario, se tira al agua helada para ayudar al compañero al que le ha dado un calambre. No está en horas altas. Su ex le dice que da pena a su hijo, y por boca de Klara nos enteramos que su papá, el mejor amigo de Lucas, dice de él que está triste porque vive solo en una casa muy grande. La niña ha pillado la falta de Lucas.
Clara hace aparición en la película en una escena en la que está perdida porque no puede mirar abajo y arriba al mismo tiempo y Lucas la encuentra. En el paseo de camino a la casa de Clara nos enteramos que ella, como todos los niños y niñas de esas edades, repiten lo que oyen de sus mayores: Tienes que animarte, le dice a Lucas. Mantén la cabeza alta y los pies en el suelo y si sigues enfurruñado te daré una patada en el culete. ¿Te lo ha enseñado tu papá? Le pregunta Lucas: sí contesta Klara, una patada en el culete repite con satisfacción.
Lucas le dice que entre los dos salvarán la situación, pueden ir juntos al colegio: él se ocupará de arriba, del camino, y ella de abajo, de las rayas del suelo que no puede pisar, pequeño síntoma que nos habla de que la angustia ya ha hecho aparición en la niña. Un pequeño amor ha surgido en Klara.
Pero Vinterberg, de manera muy delicada y sugerente, hace presente desde el principio de la película otra vertiente diferente al amor que, aunque velado por él, es de otro registro. Los cuidados corporales que al niño se le dispensan erotizan su cuerpo. No es casual la escena en la que Lucas acompaña al niño al servicio y como éste le exige que le limpie. Lucas es un profesor querido por los niños de su parvulario al que buscan para pelearse con él poniendo en juego el cuerpo a cuerpo.
La sexualidad infantil descubierta por Freud como ley universal en los albores del siglo XX y sospechosamente bien aceptada (ponemos entonces la aceptación entre comillas) son esas pulsiones que empujan a todo niño a satisfacerse en su propio cuerpo de maneras diversas hasta que se topa con algo que le sorprende y le angustia, la propia sexualidad de sus mayores que no puede representarse. La relación genital inexplicable va a ser interpretada desde su propia sexualidad pulsional en la que, precisamente, el coito está excluido.
Volvamos a Klara: ahora está ensimismada, da a entender por sus gestos que fantasea y juega gesticulando con los dedos y, en ese estado de ensimismamiento, aparecen unas voces de muchachos que se acercan con una tablet en la que se ven imágenes pornográficas de mujeres chabacanas realizando una fellatio. Se escuchan las voces que acercan a Klara estas palabras: cipote feo, cipote grande, cipote dormido y arrugado… Uno de ellos saluda a Klara mostrándole la tablet y dándole a ver la escena: Mira Klara, apunta directo al cielo.
Klara capta algo de la excitación de los chicos y la escena la violenta, pues la sobrepasa. Algo le viene desde fuera que le es difícil de asimilar.
La niña vuelve a quedar sola, también está sola cuando Lucas la encuentra en la puerta de su casa mientras los padres discuten. Ahí ha quedado esa escena que muestra cómo, siempre, en la conformación de la sexualidad algo que sobrepasa va a hacer intrusión en el mundo del niño. Podemos llamarlo trauma. El psicoanálisis conecta este trauma con el inconsciente y por ello tiene para nosotros otro estatuto que el de la realidad y también otra lógica diferente que la de la exactitud de lo ocurrido. Quedará un recuerdo borroso, con lagunas, dado que proviene de retazos de una escena vista o de unas palabras escuchadas y será archivado en el inconsciente para ir fabricando una ficción que explique lo inexplicable, que intente articular lo que por estructura está separado: el amor, el deseo y el goce sexual. (En la película clásica de Wiliam Vylder La calumnia este aspecto también está presente. La niña protagonista fabrica un relato que cuenta a la abuela, con retazos que ha cogido de aquí y de allá, captando que ellos vehiculan un deseo).
Sigamos. Vemos a Klara en la escuela envolviendo un corazón de juguete. De alguna manera indica cómo el amor también tiene como función velar la escena tan cruda que le ha sorprendido. Y de nuevo, ahora en la escuela, mira una escena en la que los chicos, ahora de su edad, también presos de excitación con el juego de matar a Lucas, se revuelcan por el suelo peleándose. Lucas se hace el muerto: vamos a hacerle cosquillas para que resucite, dicen los chicos y Klara se incluye en la escena, se lanza sobre él y le da un beso en la boca.
Lucas llama a la niña.
Me he encontrado un regalito en el bolsillo de mi chaqueta. Deberías dárselo a uno de tus compañeros.
Clara tuerce la nariz y dice:
―Pero no es mío.
―Aquí dice de Klara― señala Lucas.
―Alguien te ha gastado una broma.
―No es mío― reitera la niña.
―Creo que debes dárselo a tu mamá o al niño que lo ha hecho y no debes besar a nadie en los labios, sólo a mamá y a papá.
―No es mío ―insiste Klara―, estás mintiendo.
¿Cómo leer este dialogo que es clave para entender las palabras que más tarde Klara va a decir a la directora de la guardería?
Klara va a expulsar fuera su afecto amoroso y las representaciones que se habían enlazado a él. Al sentirse rechazada por Lucas, que no acepta su corazón, niega que le haya hecho un regalo. Y al negarlo lo afirma pues hay cosas que sólo pueden decirse de esta manera. Klara le llama mentiroso a Lucas y con esa mentira devela su propia verdad: le amaba pero ahora le odia, como luego dirá a Grethe.
La cuestión de la mentira y la verdad está en jaque desde hace cientos de años como muestra la paradoja del mentiroso que enuncia Epiménides en el siglo VI antes de Cristo. Al decir “yo miento” siempre se dice verdad. Si he mentido y digo “miento” estoy diciendo la verdad. Y si no he mentido, estoy mintiendo al decir “yo miento” por lo que digo también verdad.
Klara se retira abatida. Su mamá no vuelve y la directora la encuentra de nuevo sola en la oscuridad.
Grethe, la directora de la guardería, pregunta qué le pasa y Klara le dice su verdad: odio a Lucas. Ya no somos amigos. Es tonto, feo y tiene pito. Cuando Grethe le dice que su papá y su hermano también tienen pito, Klara repetirá la frase que escuchó a los chicos mayores: pero el suyo apunta derecho al cielo como un cipote.
Y Klara dice: me ha dado esto (el corazón) pero no lo quiero.
Está lo que se dice y está lo que se escucha. Grethe escucha que Klara ha visto el miembro viril de Lucas en erección. Grethe compone una escena propia, sin saberlo, diferente a la escena a la que Klara alude. Por ello son tan delicadas estas cuestiones. Vinterberg realiza la película a partir de una serie de informes que le da a leer un psicólogo, sobre casos de acusaciones falsas de abusos sexuales a niños. Establecer el delito de abuso sobre la base de los testimonios de las supuestas víctimas es muy delicado, pues la memoria puede engañar, los archivos que tenemos sobre estas cuestiones pueden mentir sobre la realidad de los hechos aunque remitan siempre a una verdad inconsciente.
A pesar de que Grethe sabe que tiene mucha imaginación, como luego dirá al experto escolar que viene a aconsejarla, no puede interrogar lo que Klara dice. Cegada por proteger a sus niños, de los que dice estar segura de que no mienten, no calcula las consecuencias que entrañará para Lucas que ni ella ni el experto sepan que verdad y saber pueden excluirse.
La niña sabe y no sabe. Lo que dice es verdad y es mentira. Verdad porque lo ha experimentado, mentira porque no proviene de Lucas sino que va hacía él. Klara coloca ahí esa escena pues la enlaza al amor que le tiene. Por eso se contradice cuando el experto la interroga, forzándola a decir lo que él quiere escuchar y, finalmente, Klara nombrará muy justamente como tontería lo que dijo a Grethe. Pero eso ya nadie va a poder escucharlo, pues efectivamente esa tontería conecta con un agujero negro imposible de nombrar. En ese lugar cada cual colocará su tontería, bonita manera que tiene la niña de nombrar una ficción que apuntará a intentar articular amor, deseo y goce sexual.
Puesto el asunto en manos de la ley por consejo del experto, solamente la policía interroga a los niños en búsqueda de la verdad. Y ahí, en su relato, más fantasioso que mentiroso, surge la contradicción, lo que no encaja. La casa de Lucas no tiene sótano. Pero aun proclamado inocente por la justicia, inclusive vuelto a aceptar en la comunidad cuando fuerza un cambio de posición por parte de su mejor amigo, alguien siempre podrá volver a dispararle.
*Análisis de la película La Caza, de Thomas Vinterberg, durante el ciclo de Cine Debate De mentiras y verdades, llevado a cabo en la Librería 8 y 1/2, el 6 de junio de 2014 en Madrid.
Filmografía
-Drengen der gik baglæns de 1994
-De største helte de 1996
–La celebración de 1998
–It’s All About Love de 2003
–Querida Wendy de 2005
–En mand kommer hjem de 2007
–Submarino de 2010
-Jagten de 2012
–Far from the Madding Crowd de 2015