¿Cuándo consultar a un psicólogo?
Quien acude a una consulta, generalmente lo hace movido por alguna clase de malestar que, o bien por lo inexplicable de sus manifestaciones o bien por lo insoportable de su intensidad o repetición, dificultan la calidad de vida o las relaciones de quien padece. La persona busca explicarse o tratar lo que sucede, pero no logra dar cuenta (a sí mismo o a los otros) de la situación y se siente impotente o imposibilitado de resolverla por su cuenta.
A veces son amigos, familiares o médicos quienes recomiendan la consulta pues, como sabemos, la paja se ve mejor en el ojo ajeno y, en ocasiones, el sufrimiento también. Puede también que quien padece se alarme, se inquiete o se angustie por alguna circunstancia insoportable o intolerable y decida consultar.
En ocasiones, un malestar indefinido toma la forma de “no sé lo que quiero”, “no sé lo que me gusta”, una queja vaga en torno de uno o varios temas pueden ser el inicio de un trabajo importante.
Otras veces, la idea o sensación de desánimo, algo que no funciona bien en uno, cierta falla percibida como anormal, pero sin solución a la vista y cuyas causas se nos escapan.
En general, cualquier pregunta crucial sobre un sufrimiento que se extiende inútilmente puede ser motivo de consulta.
En cualquier caso, lo importante es no postergar indefinidamente el tratamiento del malestar y ocuparse de él. Está en nuestro trabajo la posibilidad de aliviarnos de manera estable y duradera.
¿Cómo comenzar si nunca he hecho terapia antes?
La condición para poder atravesar una terapia es, en apariencia, simple: se trata de que quien padece pueda hablar, y de ser escuchado. Desde luego, no se trata de una charla habitual como la que puede establecerse con un amigo o familiar; tampoco de un intercambio recíproco de opiniones o formas de ver la vida ni de “desahogarse” hablando. Se trata de hacer pasar al lenguaje lo que no ha podido ser dicho hasta entonces y que ha venido tomado el cuerpo en forma de angustia, síntomas, dolor, inhibiciones, etc. Esta propiedad de la palabra es asombrosa y novedosa, pues hasta que se comienza el trabajo, quien padece desconoce los motivos que los condicionan.
En el trabajo de abrir y facilitar las posibilidades de expresión del malestar, cada quien encuentra nuevos sentidos en los que aparecen aspectos desconocidos o sorprendentes de uno mismo que explican actitudes hasta ese momento inexplicables. Esto va modificando nuestra posición en la vida y con los demás, ofreciéndonos la posibilidad de una libertad hasta ese momento inédita.
¿Cuánto tiempo puede durar una terapia?
La duración de una psicoterapia no se puede prever con un cálculo, pues depende de múltiples factores que inciden en ella: el tipo de problema, la frecuencia de las sesiones, la modalidad de abordaje requerida, hasta dónde quiere o puede llegar alguien en el tratamiento de su malestar, entre otros.
Del mismo modo que no todos los cuerpos responden del mismo modo a la misma medicación, la respuesta de cada persona a la terapia siempre tiene algo de imprevisible y singular, cada quien avanza a su propio ritmo y requiere su propio tiempo, siempre diferente de otro.
En tiempos difíciles, cuando algunos libros estaban censurados o prohibidos, los colegas se reunían en ámbitos privados a leer y estudiar como modo de resistir la censura a pensar.
Hoy, por fuera de la censura aunque no de los tiempos difíciles, seguimos encontrándonos a estudiar con el mismo entusiasmo en las preguntas que orientan nuestro trabajo y deciden qué tratamiento hacemos del tiempo y del malestar propio de nuestra cultura.
¿Cuáles son los honorarios?
Generalmente, cada profesional decide sus propios honorarios, que varían según su experiencia y la situación en la que se encuentra quien consulta, por lo que no debería resultar un impedimento insalvable para acudir a la terapia. Los honorarios pueden variar en función de la frecuencia de sesiones u otras circunstancias particulares.
El pago de los honorarios es una parte importante del tratamiento, pues se trata del reconocimiento del trabajo del psicólogo y define el tipo de relación que debe establecerse (ni caritativa ni amistosa), que garantiza al paciente estar recibiendo un trato profesional.
¿Es un signo de anormalidad consultar con un psicólogo?
El sufrimiento es parte fundamental y constitutiva de la condición humana. Tenemos problemas y malestares que no se definen por nuestra inteligencia, voluntad o carácter. Sufrimos porque crecemos y cambiamos, porque lo que nos rodea crece o cambia.
Sufrimos porque no controlamos todo lo que somos y todo lo que hacemos, porque erramos los cálculos o porque lo que creemos que sabemos se nos escapa. Demandar ayuda cuando así lo requerimos es el primer indicador de fortaleza y salud.